Los años ligeros nº 371. Crónicas de los Cazalet

Los años ligeros nº 371. Crónicas de los Cazalet es del autor Howard, Elizabeth Jane y trata de

El acontecimiento literario de la temporada. Por fin en castellano el último gran clásico de la novela inglesa del siglo XX. <br /><br />«Junto con Iris Murdoch, la escritora más importante de su generación».<br />MARTIN AMIS<br /><br />«Tan distinguida, elegante y refinada como sus incontables admiradores podrían esperar». JULIAN BARNES<br /><br />«Una deslumbrante reconstrucción histórica». PENELOPE FITZGERALD<br /><br />«Una de esas escritoras que demuestran para qué sirve  la novela, abriendo nuestros ojos y nuestros corazones». HILARY MANTEL<br /><br />«Con el tiempo sus Crónicas, como las de  Trollope, se leerán como clásicos sobre la vida en Inglaterra». SYBILLE BEDFORD<br /><br />El de 1937 y el de 1938. Dos veranos inolvidables, a salvo bajo la dorada luz de Sussex, donde los días se consumen en una sucesión de juegos infantiles y pícnics en la playa. Tres generaciones de la acomodada familia Cazalet reunidas en su finca natal. Los quehaceres de dos abuelos, cuatro hijos, nueve nietos, innumerables parientes políticos, criados y animales domésticos que abarcan desde lo cotidiano hasta lo más trascendental: el chófer conduce demasiado despacio, los niños rescatan a su gato de lo alto de un árbol, los adultos hablan de la amenaza de una nueva guerra, y los sueños y pasiones que acechan bajo su charla ligera apenas opacan la indolente rutina de los últimos años felices que en mucho tiempo conocerá Inglaterra.<br /><br />Cuando en 1990 Elizabeth Jane Howard publicó la primera novela de las<em> Crónicas de los Cazalet</em>, puso la piedra de toque de lo que se convertiría en un inmediato clásico contemporáneo y en la novela-río más importante escrita en Gran Bretaña desde <em>Una danza para la música del tiempo</em> de Anthony Powell. En<em> Los años ligeros</em>, la autora perfila con exquisitez la geografía íntima de una familia y de un modo de vida que, irremisiblemente, pertenecían ya al mundo de ayer.