Zama. El silenciero. Los suicidas. Trilogía de la espera

Zama. El silenciero. Los suicidas. Trilogía de la espera es del autor Antonio Di Benedetto y trata de

«Admirado por Bolaño, Saer, Cortázar, su prosa parecía venir de ninguna parte y estar escrita para nadie. Fue un escritor radicalmente  singular, único. Un genio del lenguaje. Quien lo lee nunca se olvida del cadáver de un mono que va y viene en Zama. En esa novela construyó  una obra maestra sobre el tema de la espera» (Enrique Vila-Matas).«Di  Benedetto ha escrito páginas esenciales que me han emocionado y que siguen emocionándome» (Jorge Luis Borges).«La prosa de Antonio Di Benedeto está a la altura de la prosa de Borges: los dos estilos son antagónicos, pero también son perfectos.La publicación en un único volumen de la Trilogía de la espera debe ser recibida como una fiesta y una celebración: leídas como una sola novela, las tres obras reafirman la unidad del proyecto narrativo de un escritor excepcional»  (Ricardo Piglia).«La obra de Di Benedetto tiene la belleza y la contundencia de un clásico, pero también los atributos de un libro secreto» (Sergio Chejfec).El Aleph Editores reúne por primera vez en un único volumen Zama, Los suicidas y El silenciero, las tres novelas de Antonio Di Benedetto (Mendoza, 1922-Buenos Aires, 1986), que en razón de su unidad estilística y temática forman una trilogía. Antonio  Di Benedetto es el último gran escritor argentino del siglo XX que queda por descubrir en España.Juan José Saer, uno de los primeros en detectar la afinidad entre estos tres libros, afirma en el prólogo del  volumen que Zama (1956), El silenciero (1964) y Los suicidas (1969) constituyen uno de los momentos culminantes de la narrativa en lengua castellana del siglo pasado. Di Benedetto es uno de los pocos escritores argentinos que ha sabido elaborar un estilo propio, fundado  en la exactitud y en la «economía». En el momento de su publicación, la prosa de Di Benedetto ya deslumbró por sus frases breves y conmovedoramente elocuentes, pero quedó posteriormente eclipsada por la hegemonía del realismo mágico, que pronto se convirtió en paisaje único de todo un continente.